
Una vez creada, la vida fue eterna. Cuando hablamos de vida, nos
estamos refiriendo al creador. Nosotros lo conocemos como el Principio Único;
ustedes le dan el nombre de Dios. Todo lo creado deriva de esa fuente; de ahí
salimos y ahí regresamos. ¿Quién lo creó? ¿Cómo se formó? ¿De dónde proviene
toda la creación? Todos ustedes quieren respuestas y piden por ellas, porque
así está hecha la realidad en que viven. Las respuestas no los ayudarán a
entender el proceso universal. Ustedes no necesitan respuestas: lo que
requieren es despertar de la vida ilusoria en que viven y entrar en sus propias
mentes, para poder comprender la grandeza de lo que estamos expresando. El
Principio Único… Es. Partiendo de este punto se creó todo lo demás, pero antes
de él existió otra necesidad que lo impulsó a ser infinito, sin principio ni
fin. Cuando él tuvo conciencia de ser, automáticamente puso en movimiento un
mecanismo, activando un dispositivo de necesidad, creando la forma, el signo,
la vibración, el ritmo, los colores, etcétera.
La máquina universal comenzó a
funcionar con perfección y no paró nunca más. Esa necesidad creaba,
expandiéndose de tal forma que no cabía en su estructura. El movimiento
automático generaba un calor tan intenso que comenzó a fundir signo con forma,
color con vibración, estructura con ritmo, ritmo con cadencia, y así
infinitamente. EL Principio Único se vio en la necesidad de crear el orden,
porque ya no podía contener tanta creatividad, pues esta escapaba de sus
propios límites y posibilidades.
Entonces creó a un ser a imagen y semejanza,
lleno de luz, de cristales puros y diáfanos, de colores refulgentes, ritmo y
vibración perfectos. La forma 6 de ese ser correspondía a la voluntad y deseo
del creador. Él era pensamiento y, al igual que su hacedor, imaginaba y creaba
lo imaginado. Él vivía en la mente, donde su pensamiento no tenía fronteras. Él
era el hijo del Principio Único, por lo tanto, de la mente universal.

Este se desarrolló con cadencia y armonía, creando con ello
la vibración, y este elemento generó los colores. Cada uno de estos tenía un
significado diferente, y cuando los infinitos colores comenzaron a surgir, los
hijos pensamientos descubrieron de dónde procedían. Observaron pequeños y
minúsculos cristales, que chocaban y se fundían entre sí formando figuras.
Ellas surgían por el deseo, el ritmo, la vibración y el color. De esta manera
nació un nuevo elemento llamado forma.

Los seres-pensamientos que se
encargaban de mantener todo en orden sobre todo los que se encontraban muy cerca de
esos elementos relegados comenzaron a mostrar síntomas de desorden, falta de
continuidad, debilitamiento y lentitud. Se enfermaron. Lo que ellos no sabían era
que ese cúmulo de elementos descartados corroía, oxidaba, aniquilaba y
transformaba lo sutil en denso, lo claro en oscuro, el ritmo en arritmia, las
vibraciones altas en vibraciones bajas, etcétera. Asustados, los
seres-pensamientos no sabían lidiar con ese problema: no tenían los recursos ni
el entendimiento para ello. Comenzaron a tratar de rectificarlo realizando
miles de experimentos, pero sin ningún resultado. Mientras tanto, el Principio
Único continuaba creando, desorbitadamente ajeno a toda esa realidad.
En vista de esos problemas, los
seres-pensamientos tuvieron que clasificar y ordenar nuevamente la realidad,
habían surgido elementos contrarios y desconocidos. Ellos entendieron que esos
elementos, a pesar de ser afines, no se podían mezclar, porque no eran iguales.
Mientras uno enfermaba porque era de colores oscuros, sin cadencia ni ritmo y
daba resultados nefastos, el otro poseía ritmo, cadencia y colores claros. Los
tuvieron que clasificar y separar: los llamaron energía de resultado positivo y
energía de resultado negativo.

Antes de separarse, los pensamientos
útiles colocaron un cristal con toda la información dentro de la pineal de sus
hermanos enfermos. Este cristal recopilaba toda la sabiduría que ellos tenían,
toda la esencia del conocimiento y entendimiento, para que ellos jamás
olvidaran y, si algún día llegaban a curarse, pudiesen recordar que eran hijos
del Principio Único, que salieron de él y que regresarían a él. Cuando los
seres-pensamientos fueron separados, sensaciones horribles y vibraciones densas
se posesionaron de ellos. El ritmo emitía ruidos espantosos; los colores
dejaron de brillar y la oscuridad los envolvió. Sus formas se retorcieron de
dolor, rabia e impotencia; sensaciones totalmente desconocidas los invadieron.
Se había creado un universo paralelo, totalmente contrario y diferente del que
conocían y al que estaban acostumbrados. ¡Cuánta soledad, cuánto dolor!
Perdidos en la oscuridad de sus propios pensamientos, se sintieron abandonados,
separados del centro y de su amado creador.

Los seres-pensamientos positivos y
útiles luchaban para recuperarlos. Nuevas experiencias surgían, se usaron
infinidad de métodos y técnicas, mas fue inútil. Muchos se ofrecieron voluntariamente
para experiencias de cura que no lograron su cometido. A pesar de tanta soledad
y dolor, los seres-pensamientos separados sintieron dentro de ellos un elemento
desconocido: la fuerza. Era un elemento nuevo que los impulsó a continuar, y lo
llamaron supervivencia. Sintieron que aún existían los conocimientos adquiridos,
que el entendimiento y el deseo no habían desaparecido de sus pensamientos y
que tal vez, con lo poco que restaba, ellos podrían liberarse de esa situación
aparentemente sin salida.

En esa explosión, los
seres-pensamientos de resultados positivos-útiles y negativos-inútiles también
fueron lanzados, mas no todos llegaron a la misma distancia. Hubo algunos que
se quedaron muy cerca del centro, otros a medio camino, y unos más se perdieron
en el infinito de la creatividad. Miles de millones de seres-pensamientos
diseminados en esa realidad desconocida formaron una nueva existencia. Aquellos
que se encontraban cerca del centro comenzaron a girar alrededor de él atraídos
por la fuerza gravitacional: giraban acompasadamente a un ritmo cadencioso.
Estos seres-pensamientos refulgían con la luz del centro, y sus colores se
dispersaron. Esos cristales eran los diamantes más bellos y perfectos; no se
habían deformado, conservaban la autenticidad de la creación. Otros, que se
encontraban más lejos, deformaron un poco su realidad: poseían menos ritmo, los
colores se encontraban ligeramente opacos y sus vibraciones emitían sonidos
lentos y bajos.
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"Energía toroidal" |
tuvieron la seguridad de que algún
día regresarían a quien les dio la vida y la existencia. Los seres-pensamientos
densificados comenzaron a percibir un leve movimiento. Surgió un ritmo débil,
una vibración que emitió un sonido casi imperceptible. Este activó los colores
y, al hacerlo, las formas se fueron redondeando. No estaban perdidos: el
Principio Único los estaba recuperando.
Los seres-pensamientos densificados
comprendieron que solo uniéndose podrían regresar a su centro. Fue entonces
cuando surgieron nuevos elementos, como la confraternidad, la unión, el trabajo
en conjunto, la comunicación y la voluntad de realizarlo, y ese trabajo en
conjunto estaba creando otro nuevo elemento llamado armonía. Unieron su
conocimiento y entendimiento, comprendiendo que eran hermanos a pesar de las
diferencias que los caracterizaban. Comenzaron a convivir, y ese esfuerzo de
convivencia, hecho con paz y armonía, fue llamado amor.
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