Ya no son solo los
niños índigos y cristal que desde finales de la Segunda Guerra Mundial
empezaron a nacer en este mundo. Ahora se dice que ya están entre nosotros los
niños arcoíris. Si los índigo son los guerreros de la luz que abrieron brecha
para la nueva era, y los cristal los psíquicos y sensitivos que están
contagiando a la humanidad con su amor fraternal, los niños arcoíris son la
encarnación de la divinidad. Las definiciones aceptadas mundialmente de índigo,
cristal y arcoíris corresponden a los colores que alegadamente desplegamos en
los auras o patrones energéticos que emanan de nuestros cuerpos.
La
doctora Doreen Virtue en su trabajo Indigo,
Crystal and Rainbow explica
que los niños arcoíris son el ejemplo de lo que podemos alcanzar cuando
desarrollamos al máximo todo nuestro potencial. Estos niños no sienten miedo a
nada. Son pequeños avatares cuya única finalidad es servir al desarrollo de la
humanidad. Estos niños ya nacen con su potencial espiritual plenamente
desarrollado y vienen a mostrarnos el camino de la paz en la Tierra.
Los
niños arcoíris nunca han vivido antes en nuestro planeta, por eso eligen nacer
de padres cristal. De esta forma se aseguran un hogar donde puedan desarrollar
plenamente el fin para el que se han encarnado como humanos.
Como
los niños cristal, el primer rasgo destacable de los niños o personas arcoíris
son sus ojos grandes y penetrantes que reflejan una sabiduría más allá de su
edad. Los ojos de los niños cristal y arco iris se fijan e hipnotizan a su
interlocutor, quien siente que estos niños pueden ver sus almas desnudas y
sentir compasión por ellos. Son niños felices incapaces de guardar rencor. Se
trata de una nueva generación de trabajadores de la luz que vienen a mostrar a
la humanidad el camino a seguir y este es uno muy bueno, según Virtue.
Los
niños cristal y arcoíris, como los índigo que les precedieron, poseen
habilidades telepáticas. Muchos adultos están manifestando esta capacidad que
es parte del cambio al nuevo orden mundial en el que nos estamos haciendo más
sensibles a la intuición y a los sentimientos. Cada vez dependeremos menos de
la palabra hablada o escrita ya que la comunicación será más rápida, directa y
honesta a medida que las personas desarrollemos nuestros poderes psíquicos. El
creciente interés por los programas de televisión, libros y películas que
tratan sobre temas paranormales es indicativo de este cambio de conciencia que
estamos experimentando en todo el mundo.
Entre
los niños cristal y arcoíris resulta normal que tarden en hablar hasta los 3 ó
4 años de edad. No se deben confundir con los niños autistas. Los niños cristal
se comunican con mucha eficacia con las personas de su entorno. Lo que pasa es
que muchas veces, en lugar de oraciones hilvanadas, estos niños emplean una
combinación de señales, sonidos, canciones y objetos para expresar su sentir.
El problema, según la doctora Virtue, es la tendencia de medicar a estos niños:
"por qué tenemos que poner etiquetas patológicas a estas diferencias? Si
estos niños se comunican a su manera y los padres no reportan dificultades con
ellos, por qué los estamos convirtiendo en un problema?".
Por
su parte, el doctor Richard Boylan dice que estos niños vienen de las estrellas
(Signs that a Child or Adult May Be a Star Kid or Star Seed). Dice que en los últimos años se ha
evidenciado una cambio dramático en un número cada vez mayor de niños y jóvenes
que son más brillantes tanto física como mentalmente, pero de una manera menos
convencional. Estos niños y jóvenes resuelven los problemas a su manera, para
sorpresa de quienes los observan. Son más espirituales que religiosos y huyen
de la violencia a toda costa. Se muestran más compasivos con el sufrimiento
ajeno y sienten fascinación por el espacio y la vida fuera de su entorno. Para
ellos es muy natural pensar en el mundo como su familia y su casa.
La
teoría de Boylan es que estos niños pueden ser el producto de una de estas tres
procedencias o de la combinación de las tres: la ingeniería genética, la
encarnación humana deliberada de un visitante de las estrellas, o la
intervención de un walk-in (alguien que llega) de otra dimensión, quien asume
la personalidad humana para avanzar el plan de paz para la Tierra.
La misión y obra de los niños arcoíris supone la unión de las energias mentales de los índigo y cristal, con el propósito de equilibrarlas.
Por
Virginia Gómez
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